Caracas 16 Giugno 2009
Frank El Pavo Hernández con Ray Perez e Cocolia – foto cortesia di www.rayperez.it
Il musicista aragüeño, il cui nome era Francisco Antonio Hernández Valarín, iniziò la sua carriera musicale prendendo lezioni di batteria con Germán Suárez, quando aveva solo 12 anni.
A 15 anni si unì all’orchestra di Manuel Ramos. I suoi compagni gli assegnarono il soprannome con il quale sarebbe stato riconosciuto per tutto il resto della sua vita: El Pavo Frank.
Un ritmo indiavolato nelle mani e nel cuore. Una descarga dell’anima che trasferì nei timbales e nella batteria. Adesso, una leggenda. Se diciamo Francisco Antonio Hernández Valarín, non diciamo molto. Se diciamo el Pavo Frank è come se parlassimo di salsa, del jazz, della Onda Nueva.
Nel 1953 faceva già parte dell’orchestra di Aldemaro Romero, e dopo, in una carriera brillante, potè accompagnare giganti come Jesús ‘Chucho’ Sanoja, Luis Alfonso Larrain, Tito Puente, ‘El Rey del Timbal’; Dámaso Pérez Prado ‘El Rey del Mambo’; Mongo Santamaría, Machito, Dizzie Gillespie e Chick Corea, massimi esponenti del jazz latino.
Fu un grande percorso che ebbe il suo punto più alto negli anni 70, con la Onda Nueva, stile musicale riconosciuto in tutto il mondo e ancora vigente, il cui cuore ritmico fu ideato e sviluppato da el Pavo Frank per Aldemaro Romero, che la descrisse in questa maniera: ‘la Onda Nueva non è altro che la sostituzione di una orchestrazione per un’altra. Al posto di un’arpa, cuatro e maracas; piano, basso e batería: il trio ideale per suonare musica jazz’. Questo inconfondibile colpo di batteria fu la creazione immortale del Pavo, il suo maggiore contributo artistico.
Però gli anni non perdonano e le malattie nemmeno. Gli ultimi anni lo constrinsero al ritiro forzato. Tre incidenti celebrovascolari lo allontanarono dai palcoscenici. Successivamente subentrarono altri problemi che lo portarano alla quasi cecità.
È impossibile dire che ha smesso di suonare. Adesso la batteria e il timbal del Pavo inizieranno a suonare in tutto il mondo. Adesso queste percussioni vibreranno con sabor e genialità.
Fonte Ag.Abn
Español
El músico aragüeño, cuyo nombre de pila era Francisco Antonio Hernández Valarín, comenzó su carrera musical al tomar clases de batería con Germán Suárez, cuando tenía sólo 12 años.
A los 15 se unió a la orquesta de Manuel Ramos. Sus compañeros le asignaron un apodo por el que sería reconocido durante el resto de su vida: El Pavo Frank.
Un ritmo endiablado en las manos y el corazón. Una descarga del alma que estalló en los timbales y la batería. Ahora, una leyenda. Si decimos Francisco Antonio Hernández Valarín, no decimos mucho. Si decimos el Pavo Frank suena a salsa, a jazz, a Onda Nueva.
El más destacado percusionista venezolano de las últimas décadas murió este martes a los 74 años. Salió de su natal Villa de Cura, estado Aragua, a los 12 años, edad suficiente para tomar clases de batería. Ya a los quince estaba debutando en la orquesta de Manuel Ramos donde lo bautizaron como el Pavo, apodo que ahora se lleva a la eternidad.
Para 1953 ya formaba parte la orquesta de Aldemaro Romero, y luego, en una carrera brillante, pudo acompañar a gigantes como Jesús ‘Chucho’ Sanoja, Luis Alfonso Larrain,Tito Puente, ‘El Rey del Timbal’; Dámaso Pérez Prado ‘El Rey del Mambo’; Mongo Santamaría, Machito, Dizzie Gillespie y Chick Corea, máximos exponentes del jazz latino.
Fue un largo camino recorrido que tuvo su punto más alto en los años 70, con la Onda Nueva, estilo musical reconocido en todo el mundo y todavía vigente, cuyo corazón rítmico fue ideado y desarrollado por el Pavo Frank para Aldemaro Romero, quien la describió de esta manera: ‘la Onda Nueva no es otra cosa que la sustitución de una orquestación por otra. En vez de arpa, cuatro y maracas; piano, bajo y batería: el trío ideal para tocar música de jazz’. Ese inconfundible golpe de batería fue la creación inmortal del Pavo, su más célebre contribución artística.
Pero los años no perdonan y las enfermedades tampoco. Los últimos años el Pavo se vio forzado al retiro. Tres accidentes cerebrovasculares lo alejaron de las pailas. No pudo continuar caminando derecho porque perdió el equilibrio. Todo dificultó más su ya precaria existencia porque desde hacía mucho tiempo fue perdiendo la vista hasta quedar completamente ciego. Sus necesidades sin embargo estaban medianamente cubiertas porque era pensionado de Venezolana de Televisión, tenía su pensión del Seguro Social y recibía también una cantidad por haber sido declarado Patrimonio Viviente.
Imposible decir que dejó de tocar. Ahora es cuando la batería y el timbal del Pavo Frank sonarán en todo el mundo. Ahora es cuando esas pailas vibrarán con sabor y genialidad.
Fuente Ag.Abn