Vale,
Eccoti una bella letturina leggera leggera scritta da una Cubana su un sito portoricano.
http://www.herencialatina.com/Pello_Afrocan/Pello.htmPOR: MARIA ARGELIA VIZCAÍNO ©
Crítica y especialista en folclor cubano, reside en Miami. Maria Argelia
Pedro Izquierdo el gran Pello el Afrokán, en plena faena artística. Foto de La jibarilla
Al ritmo Mozambique y a su creador Pedro Izquierdo, conocido en el ámbito artístico como “Pello el Afrokán”, no le han dado el valor que en realidad merecen en ninguna de las esquinas que esté el cubano, ya sea la izquierda o la derecha. Se sabe que en la Cuba actual si no se le canta al gobierno lo más probable es que fracases y si brillas mucho, también, porque allí sólo puede haber un ídolo. En un sector del exilio en los EUA, si el artista residente en la isla y no se expresó abiertamente en contra de la cúpula en el poder, tampoco es aceptado aunque después pida asilo y sé desplaye; para otros, especialmente los emigrantes económicos, si el cantante no es apoyado por el gobierno tiránico tampoco sirve (y eso lo hemos comprobado cuando vienen a los EUA en representación del gobernante, que esos emigrantes se desviven para ir a verlo, pero en cuanto ese mismo deserta, ya pierde toda la calidad y brillo que antes le encontraban), así que esos talentos por buenos que sean pasan al ostracismo en todas partes, se ignoran cuándo y cómo lo ordena el Comandante en jefe. Un caso similar pasó con Pello en ambas orillas.
Empecemos por saber quién fue Pedro Izquierdo, nació el 7 de enero de 1933 en el barrio Jesús María de la capital cubana. Jamás negó ser nieto de una negra mandinga y del negro curro Manuel Palacio de quienes heredó su creencia en los ritos afrocubanos Palo-Mayombe y Yoruba-Lucumí. Tampoco ocultó que pertenecía a la secta secreta de los Abakuá.
Como casi todos los de su secta trabajó como estibador en el puerto de La Habana, dedicando sus horas libres a seguir los pasos de su padre quien fue el primer percusionista de la Orquesta del Maestro Belisario López -“Mi padre fue de los primeros percusionistas de la orquesta de Belisario López, además yo soy primo de Mongo Santamaría, y mi casa era visitada asiduamente por los reyes de la percusión” - dijo en vida alguna vez Pello. Por eso a los doce años se presentó en el Teatro Martí con sus hermanos Gilberto y Roberto. Desde muy joven creaba «jigles» para CMQ radio, llegando a fundar su propio grupo en 1959. En abril de 1961 se inaugura la Escuela Nacional de Instructores de Arte y entra Pello tocando tambores para acompañar las clases de danzas, es ahí que crea la célula matriz del baile que después llamaría Mozambique al decirle a los alumnos «punta, tacón, punta y primera».
En 1960, el destacado músico y compositor de San Luis, Enrique Bonne, organiza el grupo «Tambores de Oriente» que cuenta con cincuenta percusionistas (tumbadoras, bongó, campana, quintos, etc.) y obtuvo bastante éxito en el carnaval de Oriente. Según nos cuenta el Dr. Díaz Ayala en «Del Areyto a la Nueva Trova» la idea fue captada por Pedro Izquierdo que «comprende que los tambores hay que agregarles metales, y que no hay ritmo bailable que triunfe, sino hay pasos para bailarlo. Hacen falta también un nombre bien rimbombante (...) y al frente bellas muchachas bailan la nueva coreografía y que se llaman afrokanas». Pello también agregó: “El mozambique lo preparé con doce tumbadoras, dos bombos, tres campanas, un sartén, cuatro trompetas y tres trombones. Una novedad. Los percusionistas eran estelares, ésa es mi especialidad. Yo situaba un set de cinco tumbadoras”
Gracias a los dirigentes universitarios Roberto Vizcaíno (que no es familia de mi esposo) y Osmel Francis, que le permitieron debutar con cien tambores en diversos conciertos en la Universidad de La Habana, Pello pudo sacar su creación, que preparó junto al coreógrafo Guanari Amoedo.
Como coincide con el auge de la beatlemanía mundial, tan mal mirada por el gobierno y además del exilio de Eduardo Davison -que había creado en 1960 el ritmo «Pachanga» que tanto usaron en publicidad política que hasta decían que esa «revolución tenía pachanga» - el gobierno totalitario decide apoyar a la nueva modalidad para que se olvide el chasco de Davison y la «penetración extranjera», así es que le autorizan a Pello un programa de televisión que sale al aire en julio de 1963 con el nombre de Ritmos de Juventud. Aunque los detractores lo nieguen, el Mozambique pegó, ya sea porque el gobierno le dio su visto bueno, o por su gran «escandalera» como dijeron los aristocráticos, pero lo bailaban hasta los niños y en 1965 se fue para el Olimpia de París, y el gran guitarrista chicano Carlos Santana lo interpretó con la genialidad que lo caracteriza vendiendo miles de copias, gracias a la fusión del Rock con este ritmo Afrocubano.
No decayó rápidamente el Mozambique, como dice en el Primer Libro Digital de la Salsa, copiando lo que escribió Díaz Ayala, pues el programa duró cuatro años seguidos, tampoco Pello compuso solo dos Mozambique. De sus piezas más populares fueron su Ileana quiere chocolate; Mozambique; Nace en Cuba el Mozambique; Quiéreme como te quiero; Jacinto y Pepe; Y yo que voy a hacer; Mozambique Internacional; Camina como cómico; Teresa, que según he leído sirvió de tema en la película cubana «Memorias del subdesarrollo» de Titón Gutiérrez Alea; y la pieza María Caracoles, junto al sonero Pío Leiva.
Cuenta el musicólogo Luis Tamargo en su artículo titulado Pello el Afrokán: el sabor que canta publicado en el periódico La Opinión, de Los Angeles, California, que el famoso teclista neoyorquino Eddy Palmieri «difundió como propia la pieza María Caracoles» (unos veinte años después Palmieri perdió una demanda en la que acusaba a Gloria Estefan de plagiarle una canción -con arreglos musicales de Francisco Zumaque- sin embargo jamás le dio un centavo a Pello a pesar de los más de dos millones de discos que vendió gracias a su versión de María Caracoles.) También nos recuerda Tamargo que en el año 1981 el percusionista puertorriqueño Cachete Maldonado y su Orquesta Batacumbele le grabó un Mozambique-son titulado «La Pillé», que tampoco le reconoció los derechos de autor a Pello, y a la vez, no vio un centavo de las ganancias. Esa es una de las desventajas de los compositores que residen en países totalitarios, si lo roban en el exterior nadie los defiende y si lo roban los del gobierno propio, mejor ni que reclame.
Por lo que vemos, Pello ha sido un compositor pirateado y plagiado hasta la saciedad que a pesar del bien que causó a nuestro país, y también al gobierno de Castro - en su momento cuando lo utilizaron-, jamás lo recompensaron. Él soñaba con tener un local fijo para poder impartir clases a profesionales de la percusión que llegan a Cuba a «conocer los misterios de los cueros», como declaró en 1990 a la periodista autorizada Nancy Robinsón Calvet, del periódico Trabajadores, y no vio su sueño cumplirse. La muerte le llevó el 11 de septiembre del 2000, después de una larga lucha contra un cáncer.
En realidad el Mozambique no decayó tan rápido como vimos que sí pasó con otros ritmos contemporáneos como el Pacá de Juanito Márquez, el Pilón y el Upa-Upa de Pacho Alonso, el Guachipupa de Tony Taño, el Dengue de Dámaso Pérez Prado que en Cuba dio a conocer Roberto Faz y su Orquesta, etc., sino cuando el gobierno totalitario encontró en las canciones protestas de Joan Baez y algunos cantautores españoles, los himnos políticos que ellos necesitaban para adoctrinar a la juventud y de ahí autorizan la creación en Cuba de la Nueva Trova con Pablo Milanés y Silvio Rodríguez al frente, y ordenan sacar a Pello de su programa de TV.
Entonces el Rey del Mozambique Internacional cayó en desgracia hasta para sus escobos, los hermanos de su secta abakuá, que lo criticaron cuando hizo las producciones tituladas «Baroko» o «Senseribó», algunos la consideraron una falta de respeto a la institución ya que utiliza parte de sus ritos sagrados, vestuarios y cantos que supuestamente debían ser estrictamente secretos. Pero Pello con sus obras perseguía otro fin, ya que sabía que los abakuá son considerados por la mayoría de la población una asociación satánica que recluta asesinos y delincuentes, por eso él deseaba mostrar una imagen cultural para suavizar su concepto.
En el mes de enero de 1972 tuve la oportunidad de ver en el Cabaret Parisién del Hotel Nacional, en el Vedado, La Habana, un tremendo espectáculo percusivo y bailable dirigido por Pello El Afrokán, que si no fue ambientado en ritmo Mozambique al menos tomó su base del mismo, y si el gobierno de Castro lo hubiera apoyado, estoy segura que hubiera triunfado más que el primero. Luis Tamargo en su artículo publicado en La Opinión, habla de un LP titulado «El sabor que canta» donde Pello demuestra «cómo su Mozambique ha evolucionado progresivamente desde los años sesenta, mezclándose con otros ritmos cubanos y sobrepasando ciertas diferencias y limitaciones que existían en su antigua producción musical». Tiene que ser ése mismo que tuve la gran suerte de disfrutar y que hizo que me diera cuenta que Pello no sólo era un percusionista y compositor, sino también un excelente coreógrafo, director, productor, un extraordinario creador.
De ahí que considere una injusticia lo que leí en una entrevista a Juan Formell el 27 de octubre de 1998 en el periódico El Espectador (
www.espectador.com/text/clt10272.htm) lo que declara a la periodista Rosario Castellanos cosas como que el Mozambique «un ritmo que no era para un baile de salón sino que era un baile de masividad en las calles», y que el gobierno para no poner la música extranjera (cosa que es verdad) radiaba las canciones de Pello «por decreto cada media hora en todas las emisoras de radio. Eso duró dos años y la gente odió tanto a Pello que no quiso bailar más nunca». Porque eso es falso. A Pello no lo quitaron porque saturaron a la población, porque de ser así ya hubieran quitado la Nueva Trova y los discursos de Castro, que esos sí marean e indigestan.
Si fuera cierto que el Mozambique gozó de la preferencia del regimen actual, ¿Por qué en el Diccionario de Helio Orovio, autorizado por el gobierno castrista, tiene a la definición de Pedro Izquierdo con menos de 100 vocablos mientras que a los cantantes de la revolución, Silvio y Pablo, siendo más jóvenes, con menor trayectoria artística, le dedican más de 160 vocablos a su descripción y hasta fotografías?. Y en la acepción del Mozambique sólo dicen: «Variante. Mezcla de distintos elementos musicales destacándose las congas y ciertos bailes rituales de origen africano. Tuvo popularidad durante la segunda mitad de la década del sesenta. Su iniciador Pedro Izquierdo, conocido por Pello el Afrokán.»
Entre las últimas piezas grabadas que se le conocieron a Pello según nos cuenta Luis Tamargo están el mozambique-son «Ara-ñaquiñá», que dice le rinde tributo a sus ancestros; «Chano en Belén» un llamado guaguancó-mozambique que «relata las ocurrencias musicales de Chano Pozo (1915-48), el tamborero y compositor que en 1947 introdujo elementos afrocubanos en el bebop»; Una fusión del son cubano con ritmo calipso de Trinidad-Tobago en el tema «Son Cali Caribe»; y hasta una guaracha-Mozambique dedicada a los mexicanos en «México D.F.»
El Mozambique es un ritmo discriminado por la cúpula actual gobernante que mantiene preferencias sobre aquellos ritmos utiles para sus intereses y fines propagandísticos. A pesar de ambos grupos - izquierda y derecha - y de los indiferentes o de todo aquel que no le gustó por cuestión de idiosincrasia, formación cultural o prejuicios raciales, Pello El Afrokán se internacionalizó, brilló por años con luz propia y marcó un hito en la música cubana e Internacional. Algún día hasta sus escobos se lo reconocerán.